Feijóo se refugia en el oasis andaluz de la crisis de Valencia en el tercer aniversario de su liderazgo
El PP se aferra a la debilidad de Sánchez y explota la resistencia del Gobierno a presentar los Presupuestos en una celebración deslucida en Sevilla por la ausencia de barones


Tres años después, Alberto Núñez Feijóo regresó este sábado a Sevilla, la ciudad donde fue aupado a la presidencia del PP para salvar al partido de la peor crisis interna de su historia, arropado por su dirección, varias decenas de diputados y senadores populares y un solo barón del PP. En el tercer aniversario del congreso de Sevilla que lo entronizó, el líder del PP se ha refugiado en la compañía de Juan Manuel Moreno Bonilla, que preside el o...
Tres años después, Alberto Núñez Feijóo regresó este sábado a Sevilla, la ciudad donde fue aupado a la presidencia del PP para salvar al partido de la peor crisis interna de su historia, arropado por su dirección, varias decenas de diputados y senadores populares y un solo barón del PP. En el tercer aniversario del congreso de Sevilla que lo entronizó, el líder del PP se ha refugiado en la compañía de Juan Manuel Moreno Bonilla, que preside el oasis de estabilidad andaluz. Su amigo gobierna la Junta de Andalucía con una plácida mayoría absoluta frente a la inestabilidad y las tensiones que azotan al resto de baronías populares. Apenas se salvan algunas, como la del sur y la que Feijóo dejó bien amarrada en su tierra de origen, Galicia. Pero ni siquiera su sucesor en la Xunta, Alfonso Rueda, se dejó ver este sábado bajo el brillante sol sevillano. La ausencia de los barones populares con la excepción de Moreno Bonilla fue forzada y forzosa, para evitar una foto de familia que se ha vuelto incómoda por culpa del president valenciano, Carlos Mazón, cuya crisis ensombrece la fiesta de aniversario de Feijóo.
En teoría, los presidentes autonómicos populares no fueron convocados porque el PP se reunía para celebrar su XXVII interparlamentaria, un cónclave en el que se dan cita los diputados regionales, nacionales, senadores y europarlamentarios para trazar la estrategia en sus respectivos Parlamentos. Pero, en la práctica, la fecha y el lugar se habían escogido precisamente para conmemorar los tres años del PP de Feijóo, que fue elegido como líder de los conservadores un 2 de abril en la ciudad andaluza, como se encargaron de recordar este sábado algunos de los participantes en el deslucido cónclave.
“Presidente, aquí empezó todo”, remarcó Miguel Tellado desde el escenario del Hotel NH Collection ante la atenta mirada de su jefe, que lo escuchaba en primera fila. El portavoz parlamentario del PP, principal escudero del líder, echó la vista atrás recordando cómo un reducido equipo, del que él mismo formaba parte, aterrizó de emergencia procedente de Galicia al frente del principal partido de la oposición para salvarlo de la trágica ruptura entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso. “En Sevilla empezó todo en abril de 2022″, rememoró Tellado. “Aquí recibimos el mandato de la militancia de recuperar la confianza en nosotros mismos. Tres años después de aquél congreso, podemos decir que los objetivos están cumplidos”.
Aunque Tellado echó mano de argumentos como que el PP ganó después las elecciones generales, las autonómicas, las municipales y las europeas, el portavoz parlamentario sabía que el principal objetivo con el que “los gallegos”, como se los conoce en el PP, llegaron a Génova todavía no se ha cumplido, porque Feijóo no logró una mayoría suficiente en las urnas para desalojar a la izquierda de La Moncloa.
Tres años después del congreso de Sevilla, el PP se felicita de haber superado la honda fractura interna. “El partido estaba completamente roto”, recordaba este sábado en los pasillos del hotel sevillano un miembro de peso de la dirección actual. Comparado con aquellos momentos, cuando el PP corrió el riesgo de perder la hegemonía en la derecha, el partido ha resurgido de sus cenizas. Pero eso no significa que los problemas dentro hayan terminado. Ahora se han desplazado a la Comunidad Valenciana, con Mazón convertido en la oveja negra del PP tras su ineficaz gestión de la dana que dejó 228 muertos el pasado octubre.
“Ahora no tenemos un problema interno, lo que afrontamos es una situación complicada que no hemos querido resolver con el primer impulso”, argüía desde Sevilla un dirigente del núcleo duro, mientras en la ciudad de Valencia se celebraba al mismo tiempo la sexta manifestación pidiendo la dimisión del presidente de la Generalitat. Pese a haber defendido que “no estuvo a la altura” en la catástrofe natural, Feijóo ha renunciado de momento a forzar un relevo del president, aunque algunos de los principales centros de poder del PP creen que Mazón debería caer antes del verano. El líder evita las fotos junto a su barón valenciano, pero este no es el único que le provoca dolores de cabeza. “A este paso, las ovejas negras van a formar un rebaño”, ironiza un barón popular por las tensiones en la que también están inmersos otros presidentes autonómicos.
Ayuso, triunfal ganadora de la crisis interna de hace tres años, afronta ahora problemas por la investigación por fraude fiscal y corrupción en los negocios de su novio. Y salvo Mazón, que acaba de cerrar un pacto con Vox para tener Presupuestos a cambio de asumir el discurso ultra sobre la inmigración y el pacto verde europeo, el resto de los barones que dependen del partido de Santiago Abascal ―los de Aragón, Murcia, Extremadura, Baleares y Castilla y León― están negociando ante una extrema derecha envalentonada su apoyo a las cuentas públicas. Con la excepción del presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, que va a contracorriente de sus compañeros y, aunque fue el primero en tener que pactar una coalición con Vox, ha partido peras con los ultras esta semana.
En la ciudad andaluza, hace ahora tres años, Feijóo prometió una oposición moderada que facilitaría pactos de Estado. “Tenemos que sacar la política española del enfrentamiento. De la hipérbole permanente. Mi proyecto es un proyecto de entendimiento”, dijo entonces el recién elegido líder. Este sábado, los principales integrantes de su dirección alejaron la posibilidad de un acuerdo de país con el PSOE para el aumento del gasto militar mientras lanzaban todo tipo de descalificativos contra Sánchez, al que llamaron varias veces “autócrata”, “mentiroso sin fronteras” y hasta “pequeño dictador”.
El PP arguye que es Sánchez quien impide los acuerdos de Estado porque “no respeta la separación de poderes”, se quejó ayer la número dos de Feijóo, Cuca Gamarra, que anunció hasta cuatro recursos ante el Tribunal Constitucional contra el Gobierno y la Mesa del Congreso, con su mayoría progresista, porque considera que ambos han cercenado la potestad del Senado —donde los populares tienen mayoría absoluta—, de imponer enmiendas en el proceso legislativo, en concreto en la Ley de desperdicio alimentario.
Feijóo fía en cambio la caída del presidente socialista a su debilidad parlamentaria. El PP insiste en que el presidente tiene la obligación constitucional de presentar unos Presupuestos generales, y que si no lo hace debe convocar elecciones. Los populares anunciaron que registrarán una proposición no de ley en los próximos días para forzar al Congreso a que inste al Gobierno a presentar las cuentas públicas, con la pretensión de que Sumar la apoye porque también lo ha defendido. Con independencia de sus asuntos internos, el PP sentía ayer, bajo el olor embriagador del azahar de Sevilla, que el final de Sánchez está cada vez más cerca, aunque todavía no termine de llegar.