Fútbol
La rebelión de las modestas en el Mundial femenino
Selecciones sin tradición pero con un fútbol emergente han dejado fuera de los octavos de final, que se abren este sábado, a potencias como Alemania, Brasil o Italia
La hija de Bob Marley, hada madrina de la selección jamaicana

Se abría una interrogante de las grandes cuando se anunció que este Mundial se ampliaría de 24 a 32 selecciones. Se temía que, dadas las diferencias entre países, se dieran resultados como el Estados Unidos-Tailandia del Mundial de 2019 (13-0). Pero la ... realidad es que la edición de Australia y Nueva Zelanda se ha convertido en el reflejo de un impulso real por el fútbol femenino en todo el planeta. Aunque con muchas diferencias entre regiones, ha aumentado el nivel, la afición, el apoyo institucional y social, el seguimiento mediático, el físico de las jugadoras, los conocimientos de los entrenadores, la calidad de los cuerpos técnicos. Y aunque no todas han crecido en la misma proporción, de ilusión van todas igualadas, y las diferencias entre las que eran favoritas sobre el papel y las que no se han diluido.
Ahí están las lágrimas de Alemania, vencida por Colombia e incapaz de pasar del empate ante Corea del Sur. Es la primera vez que la actual subcampeona de Europa y la doble campeona del mundo (2003 y 2007) cae eliminada en la fase de grupos de un Mundial. Un hecho inédito, un batacazo de los grandes porque aspiraba a todo y más después del 6-0 a Marruecos en el primer partido. Pero perdieron ante una Colombia estelar, que ha aprovechado como pocas el crecimiento de sus jugadoras emigradas a ligas como la española.
Linda Caicedo, 18 años, es líder del combinado en parte gracias a la experiencia adquirida en el Real Madrid. Y tampoco pudieron con Corea del Sur en el partido que decidía todo. Ahí estaba Popp, con la experiencia de esa estrella en el pecho de 2007, incapaz de levantar al equipo en la segunda parte ante las coreanas, lideradas por Casey Pahei (16 años), impotente ante un cabezazo que se estrelló en el larguero, ante un gol que anuló el VAR.
El adiós de Marta
Rezó Marruecos en el centro del campo. En el puesto 72 de la FIFA, ha abierto un camino con la primera jugadora en llevar hijab en un encuentro, Nouhalia Benzina, y con su primera clasificación para octavos para un país árabe. «Al final de nuestro partido nos reunimos con el cuerpo técnico en el centro del campo, y comenzamos a rezar. Cuando supimos el resultado de Alemania fue una explosión de alegría», comentó la centrocampista Anissa Lahmari.
Ahí están las lágrimas de Marta, la estrella de Brasil. En su sexto Mundial, la máxima goleadora (17) en torneos de este calibre, masculinos o femeninos, se marchó con la decepción de no haber podido ni marcar ni conseguir el pase a las rondas eliminatorias. «Marta acaba aquí. No habrá más Copas del Mundo para Marta. Pero estoy muy agradecida por la oportunidad que tuve de jugar un Mundial más. Me voy contenta de ver todo esto que está pasando con el fútbol femenino en Brasil y en el planeta. Continúen apoyando porque Marta acaba aquí, pero para ellas es solo el comienzo. Gracias por todo», se expresaba en su discurso final sobre un terreno de juego. El partido definitivo no salió, atascadas ante una Jamaica que baila al son de Cedella Marley, hija del cantante Bon Marley, después de que esta luchara por llevar a esta selección del ostracismo y la casi desaparición a su segundo Mundial.
También bailó Sudáfrica en el vestuario, clasificadas por primera vez a una fase eliminatoria de un Mundial tras empatar con Argentina (2-2) y ganar a Italia (3-2), 38 puestos más arriba en el ranking FIFA, en el último partido. Un triunfo magnífico para el país y lleno de emoción para Thembi Khatlana, quien anotó, en el 92, el gol de la primera victoria para las Banyana Banyana en un torneo de este nivel. La delantera a punto estuvo de no marcarlo, pues había perdido a tres familiares en estas tres semanas en Nueva Zelanda: «Elegí quedarme con el equipo. Mucha gente me criticó por ello, pero preferí permanecer con el grupo porque era estar aquí, jugar para el país y representar a todas las chicas sudafricanas que querrían estar aquí. Todas ellas se lo merecen. Juego para 63 millones de personas».

Se enfrentarán mañana a Países Bajos en octavos, pero harán mucho más por sus familias. A algunas, el premio económico les cambiará la vida. «El fútbol femenino en Sudáfrica no es profesional, no nos pagan. Tengo un trabajo de tiempo completo, trabajo de 9 a 5 y me entreno de 7 a 9. Hacemos lo que podemos por amor al juego y, con suerte, algún día se profesionalizará», explicaba la portera Kaylin Swart. «El dinero significa que podré ayudar a mi familia. Podré hacer todo por mi madre, porque soy quien la cuida», señalaba Hildah Magaia.
Los problemas de Nigeria
También Nigeria ha tenido que luchar para que se les reconozca lo logrado. Se verán las caras el próximo lunes en octavos ante Inglaterra, pero hasta llegar aquí, tuvieron que enfrentarse a estamentos de la Federación nacional que les negaba los pagos o los retrasaba, concentraciones canceladas e intromisión de altos cargos a la hora de elegir los onces.
Se abría una interrogante de las grandes cuando se amplió la participación a 32 selecciones, pero Gianni Infantino lo tenía claro el día del anuncio: «La expansión no solo será de los ocho equipos más, sino de docenas de federaciones que organizarán su programa de fútbol femenino sabiendo que tienen posibilidades de clasificarse». Y con posibilidades reales de crecer: «Los países pequeños están mejorando en todos los aspectos, desde la dieta hasta el entrenamiento. Puede que no tengamos tantos recursos para viajes o equipo, pero nuestra preparación es un poco mejor», comentó el entrenador de Jamaica, Lorne Donaldson. «La brecha se está cerrando, los países pobres están estamos mejorando», admitía también Rebecca Spencer, portera jamaicana.
Se prevé que las rondas eliminatorias pongan el fútbol «en su sitio», con las potencias de Europa y Estados Unidos en los últimos partidos, pero parece que el talento y la confianza en sí mismos se expande por todo el planeta como la alegría de una victoria y el grito de un gol.
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